Radio Cadena Mi Gente 700AM

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10 DE JUNIO DEL 2008

Por William Osmar Chamagua

www.radiocadenamigente.net Williamchamagua@yahoo.com

A ninguno de nosotros nos cabe la menor duda de que estamos viviendo tiempos malos. La pobreza, la miseria, el dolor, el hambre, el desempleo, las enfermedades, los malos gobernantes, el egoísmo, la vanagloria, la opresión y todos los males sociales que padecemos el día de hoy, son, aunque usted no lo crea, el resultado de la falta de conocimiento y obediencia a Dios en nuestras vidas, el producto de nuestras maldades.

Veamos lo que tan claramente nos dice la palabra en el libro a los Efesios 5:1-21, en relación a este tema:

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma. Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos; ni obscenidades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas, sino más bien acciones de gracias.

“Porque con certeza sabéis esto: que ningún inmoral, impuro, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con palabras vanas, pues por causa de estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia.

“Por tanto, no seáis partícipes con ellos; porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de la luz (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad), examinando qué es lo que agrada al Señor.

“Y no participéis en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascaradlas; porque es vergonzoso aun hablar de las cosas que ellos hacen en secreto. Pero todas las cosas se hacen visibles cuando son expuestas por la luz, pues todo lo que se hace visible es luz. Por esta razón dice:

“Despierta, tú que duermes,
y levántate de entre los muertos,
y te alumbrará Cristo.


“Por tanto, tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Así pues, no seáis necios, sino entended cuál es la voluntad del Señor. Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre; sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo“.

No es de dudarlo que nosotros, como individuos y como nación nos hemos olvidado de Dios, y hemos preferido en su lugar, las maldades de nuestro corazón. Todo mundo dice creer en Dios pero a nadie le interesa saber que es lo que en realidad Dios espera de cada uno de nosotros.

Tenemos nuestras mentes tan llenas de todo tipo de ruido, que la única voz que no escuchamos es la voz de quien nos ha dado la vida. Muchas personas al encontrarse con la palabra de Dios simplemente dicen: “Yo creo en Dios pero no creo en lo que dice la biblia”.

No entienden lo ilógico que es decir lo que dicen. Y al final, queremos por nuestros propios medios resolver nuestros propios problemas, sin darnos cuenta que hemos pasado años y años tratando de resolverlos pero en lugar de salir del hoyo lo hacemos más profundo.

La voluntad de Dios es que cada uno de nosotros promueva la obediencia a los mandamientos eternos, la paz, la unidad, el amor, el gozo y la compasión

entre todos los hombres.

Dios, quien fué manifestado en carne 2000 años atrás en la persona de Jesucristo, el Creador eterno, Autor de la verdadera libertad, no del tipo de libertad de la cual habla nuestro gobierno actual en El Salvador, Dios nos ha hablado con razón, con exactitud y con claridad en relación a la justicia, la verdad y la realidad existente tanto en el Cielo como en la Tierra.

Con todo esto, en un abierto desafío a la Palabra de Dios, en un descarado reto al creador de los cielos y de la tierra, en un abuso y falta de respeto directo a la Biblia, el hombre caído, tanto en el campo de la política, en el campo de la religión, y en el campo de la empresa privada, ha pervertido la justicia, a pervertido la verdad y la realidad, creando y dejando un legado doloroso de negligencia, de confusión, un caos total y explotación; y por ende, ha creado una necesidad imperiosa de corrección y redención por parte de nuestro misericordioso Dios.

Es por esto que Don Eduardo Galeano tiene razón al escribir en su libro “El Mundo Alrevéz”:

“La escuela del mundo alrevéz es la más democrática de las instituciones educativas. No exige exámen de admisión, no cobra matrícula y gratutitamente dicta sus cursos, a todos y en todas partes, así en la tierra como en el cielo; por algo es hija del sistema que ha conquistado, por primera vez en toda la historia de la humanidad, el poder universal.

“En la escuela del mundo alrevéz, el plomo aprende a flotar y el corcho, a hundirse. Las vívoras aprenden a volar y las nubes aprenden a arrastrarse por los caminos. El mundo alrevéz: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo”.

Es por esto que, a cuatro años de nuestro actual gobierno estamos hoy peor que nunca. Han sido 19 años de aplicación de recetas extranjeras, privatizaciones, un desmantelamiento completo de la carreta del pueblo, la industria y la agricultura han desaparecido, se nos ha inyectado de una forma grosera el dólar, el papel del estado en áreas críticas para el desarrollo social y productivo a desaparecido, y el pueblo salvadoreño vive hoy una situación desesperante.

Nuestra gente más humilde, en especial, se ve obligada a soportar un elevadísimo alto costo de la vida, los alimentos son cada día más y más inalcansables para la población. Y esto que no hemos hablado del alto costo de la medicina, del combustible, y de los servicios y productos básicos para el uso personal. Anto todo esto, ¿cual es la respuesta de nuestro gobierno? Ninguna, solamente la indiferencia.

¿Y todo por qué? Es muy sencillo. Tanto como personas y como nación, hemos cometido un abierto desafío a la Palabra de Dios, al poner al mando de nuestra patria a gente que sin tapujos le ha importado un comino desobedecer de forma directa los más grandes mandamientos jamás dados a los hombres.

En un descarado reto al creador de los cielos y de la tierra, en un abuso y falta de respeto directo a la Biblia, el hombre caído, tanto en el campo de la política, en el campo de la religión, y en el campo de la empresa privada, ha pervertido la justicia, a pervertido la verdad y la realidad, creando y dejando un legado doloroso de negligencia, de confusión, un caos total y explotación; pero lo más grave de todo esto es que nosotros mismos como pueblo lo hemos permitido y lo hemos tolerado a tal grado que hemos dado nuestro voto de aprovación a sistemas políticos y religiosos corruptos.

En este siglo veintiuno, el mal se ha multiplicado de tal forma que toda la vida y la libertad se hallan en riesgo de destrucción por parte de los impíos, cuyas conciencias están cauterizadas por el mal, la puerca lavada revolcándose en su propio cieno, y el perro digiriendo su propio vómito. Estamos tan mal, que hasta la misma iglesia de Jesucristo se ha convertido en una de las más perversas rameras al acostarse con el mejor postor, que en nuestro caso es nuestro mismo gobierno.

La supuesta Iglesia de Jesucristo se ha vuelto tibia e indiferente en la búsqueda de su ministerio redentor sacerdotal y a su autoridad profética correctiva, y a tolerado y participado de los males y errores dominantes de nuestros días, participa en el pecado, y añade y celebra la maldad de los hombres insensatos.

La indiferencia, y la desobediencia de la iglesia moderna a los mandamientos de Dios es tal, que hasta ella misma se atreve a dar galardones por un supuesto trabajo en favor de los pobres en El Salvador, a su líder político, un total y completo insulto, no solamente al pueblo, pero lo que es peor, un insulto directo a Dios.

Es por lo tanto necesario que para que nuestras futuras generaciones de hijos de Dios aún no nacidas puedan aprender sobre la justicia y el juicio sin sufrir el costo de los pecados repetidos, que juntos como nación declaremos con quebrantamiento nuestro arrepentimiento de nuestra dolorosa transgresión a la Ley Divina.

Pueblo de El Salvador, todos nosotros, creyentes y ateos, políticos y no políticos, hombres y mujeres, niños y ancianos, jóvenes y viejos, ricos y pobres, profesionales y campesinos, todos nosotros hemos descuidado nuestras mismas almas y las almas de nuestros hermanos.

Clara y tácitamente hemos desobedecido los mandamientos de Dios a nuestras vidas en su palabra;

hemos edificado falsos altares de adoración por medio de nuestros puestos políticos, puestos religiosos, o por medio del dinero robado que tenemos en nuestras cuentas de banco, hemos edificado é impulsado nuestros propios egos en lugar de impulsar el Reino de Jesús el Cristo.

La gran mayoría de nosotros, con mucha frecuencia, nos hemos quedado cortos en cuanto a la integridad, a la fidelidad y hemos participado en una total desonestidad los unos con los otros, nos hemos robado a nosotros mismos, hemos actuado con egoísmo, con maldad, y hemos cometido un total desacato a lo que Dios requiere de nosotros.

Juntos, hemos fallado y actuado como cobardes al no confrontar la falsedad, la corrupción, y la injusticia de manera consistente tanto en la Iglesia como en nuestro mismo gobierno. Hemos sufrido profundamente de temor al hombre, pero nos hemos olvidado de temer a Dios. Hemos permitido que los cobardes, los mentirosos, los servidores del diablo hagan lo que les dá la gana con nuestro pueblo.

Nuestros líderes religiosos se han conformado y han logrado reducir el poder del evangelio trascendente a una mera forma de credo vacía de contenido espiritual o de realidad presente debido a nuestra prostitución con los ídolos de la paz y la prosperidad económica personales, y de grupos empresariales vendidos a intereses mezquinos.

Como personas y como nación hemos descuidado nuestras responsabilidades dadas por Dios de ser la sal, la luz, el maestro y los maestros y los ejemplos para el mundo; y como resultado de toda esta desobediencia, nuestro mundo, nuestra patria se encuentra en una situación desesperada, a tal grado que estamos al borde de la autodestrucción una vez más.

Como pueblo, tanto nosotros como nuestros padres nos hemos acomodado a una versión sub-estándar y falsa del Cristianismo en nuestras iglesias locales y denominacionales; nos conformamos con decir yo no me voy a cambiar de religión, aquí nací y aquí me quedo, tolerando de esta forma todo tipo de maldad y de injusticia cometida por nuestros mal llamados pastores y sacerdotes.

Somos nosotros mismos quienes hemos tolerado el pecado en nuestras iglesias cuando debimos haber administrado la disciplina eclesiástica y la excomunión; somos nosotros mismos quienes hemos permitido que las herejías se hayan deslizado a lo interno de nuestras iglesias, y por ende, a nuestras instituciones de educación superior, a nuestras instituciones de gobierno.

Hemos fallado al no requerir de nuestros líderes políticos, religiosos, y líderes de la educación, fallamos y nos acobardamos al permitirles que enseñen y practiquen y hagan lo que les dá la gana, negando de esta manera al verdadero Maestro, a Jesús de Nazareth y su inerrante Palabra escrita.

Hemos amontonado para nosotros mismos maestros, sacerdotal, pastores y gobernantes que suenen gratos a nuestros oídos, que nos cuenten falsedades agradables en lugar de convencernos de pecado y demandar que vivamos vidas justas de obediencia a los mandamientos divinos.

Pueblo de EL Salvador somos culpables de haber vendido, y continuar vendiendo las mentes y las almas de nuestros hijos a la influencia impía de la educación secularizada y a los medios de comunicación también secularizados; medios plagados con la mentira, llenos de materialismo, de odio, de calumnias, de falsedades. Todos conocemos que es lo que debemos hacer pero rehusamos ejecutarlo.

Hemos permitido que nuestras iglesias, y nuestros atrios de gobierno séan irrelevantes, que se conviertan en ghettos sin poder y sin verdad, permitiendo que aquellos que aborrecen o abandonan a Dios y Sus estándares justos para nuestra sociedad nos continúen robando nuestra patria frente a nuestros ojos adormitados por el mal.

Hemos dado luz verde a políticas equivocadas, a pecados flagrantes, ha asesinatos y hemos permitido que atrocidades espantosas sean convertidas en leyes por nuestros oficiales públicos elegidos y designados – en los campos legislativo, ejecutivo y judicial – sin levantarnos en masa, sufriendo el miedo, y sin demandar que séan corregidos en el nombre del Señor y por causa de la justicia.

Como Salvadoreños (as) hemos consentido que tanto los hombres Cristianos como los no-Cristianos de nuestra sociedad fallen en el liderazgo, tanto en el campo político como en el campo religioso y privado; y hemos permitido que hayan llegado a convertirse en seres debilitados, domesticados, dependientes, en animales irracionales centrados en sí mismos, llenos de vanagloria; y, en el extremo opuesto, hemos permitido que hombres y mujeres al mando de nuestro gobierno político-religioso abusen de su autoridad por su falta de amor hacia nuestro pueblo.

Como nación nos hemos convertido en una sociedad de consumo, abusando de nuestros propios medios financieros al abusar del crédito, intercambiando de esta forma nuestra libertad por la cautividad financiera. Nuestros propios bancos en manos del gran capital salvadoreño nos roban y estafan descaradamente con sus intereses y costos de operación desmedidos.

Hemos adoptado y permitido la codicia y el materialismo de nuestra cultura, buscando la aprobación de los hombres y descuidando el temor del Señor de los cielos. Tenemos mas temor a los hombres que al mismo Dios. Pensamos que Dios es solamente amor, olvidando que Dios es tambien fuego consumidor.

De hecho, el mismo infierno no es creación del diablo, el infierno es creación de Dios. El infierno fué creado para servir de cárcel a los espíritus inmundos, abusadores y descarados oponentes a la voluntad de Dios.

Pastores y sacerdotes mentirosos de todas las denominaciones nos han atrapado y encerrado en una versión auto-centrada y falsa del Cristianismo, enfocándonos en nuestras propias necesidades y deseos en lugar de enfocarnos en la gloria de Dios y en sacrificarnos a nosotros mismos por las necesidades de nuestros hermanos y hermanas.

Nos hemos interesado más en el Cielo, en el futuro y en escapar de este mundo en la Segunda Venida de Cristo, que con preparar a su Prometida, a su Novia, para que ésta séa sin mancha, hermosa, gloriosa y le complazca a Él cuando venga cuando aparezca a recogerla.

Tontamente y sin inteligencia le hemos permitido al diablo que nos separe los unos de los otros, miembros todos del cuerpo del Señor. Satanas nos ha dividido por medio del orgullo, por medio de los celos y la competencia, por medio de una falta de servicio humilde de los unos hacia los otros, y por concentrarnos en asuntos menores divisivos en lugar de concentrarnos en los claros mandamientos Bíblicos del evangelio de Jesucristo.

Hemos descansado, de manera ociosa é indiferente, mientras nuestros gobernantes nos oprimen, nos destazan, y hacen pedazos a nuestros hermanos. Todo eso es de inspiración satánica, y a raíz de ello, hemos tambien permitido el avivamiento de religiones, de pastores, de sacerdotes paganos, disfrazados de corderitos de Dios, quienes han esclavizado a dos terceras partes de nuestro pueblo, causando un sufrimiento masivo e innecesario a nuestros hijos.

¿Y todo por qué? Porque nosotros mismos lo hemos permitido, somos nosotros mismos quienes les hemos dado a estos portadores del mal la luz verde.

Como pueblo hemos fallado al no conducir nuestras vidas, y al no manejar nuestros asuntos con la certidumbre conciente, con un conocimiento claro de que los estándares eternos de Dios para la justicia personal, y para la justicia social son inmutables é inexorables en sus relaciones absolutas de causa y efecto. Hemos por lo tanto deshonrado así a Dios, y a su eterna palabra, jugando nosotros el papel de tontos en nuestras vidas personales y en las políticas sociales.

Es necesario por consiguiente:

Que como pueblo pidamos perdón, que como pueblo nos quebrantemos de todo corazón, que con toda humildad nos postremos nosotros mismos frente al trono invisible del Dios Todopoderoso, suplicándole como nación que perdone nuestros pecados, nuestras maldades, así como además la de nuestros líderes y la de nuestros padres.

Entendamos que hemos cometido maldades plagados con tanta gravedad y cruel dad, tanto en contra de Dios mismo, como en contra de los unos con los otros y contra de nuestro mundo agonizante.

Es tiempo El Salvador de que clamemos a nuestro Padre en los Cielos para que nos perdone, y nos dé el amor y la sabiduría necesaria para salir adelante de este atoyadero.

Es por esto que II de Crónicas 7:11-18 nos dice:

“Así acabó Salomón la casa del SEÑOR y el palacio del rey, y llevó a cabo todo lo que se había propuesto hacer en la casa del SEÑOR y en su palacio. Y el SEÑOR se apareció a Salomón de noche y le dijo: He oído tu oración, y he escogido para mí este lugar como casa de sacrificio.

“Si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta a devorar la tierra, o si envío la pestilencia entre mi pueblo, y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra.

“Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar, pues ahora he escogido y consagrado esta casa para que mi nombre esté allí para siempre, y mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días. Y en cuanto a ti, si andas delante de mí como anduvo tu padre David, haciendo conforme a todo lo que te he mandado, y guardas mis estatutos y mis ordenanzas, yo afirmaré el trono de tu reino como pacté con tu padre David, diciendo: ``No te faltará hombre que gobierne en Israel“.

Es por lo tanto necesario que juntos, en arrepentimiento, vergüenza y dolor pidamos perdón a Dios, pidamos perdón a nuestro pueblo, a nuestros hermanos y hermanas, a nuestros hijos é hijas, y a todos a quienes hayamos ofendido, ignorado o despreciado; pidamos perdón ante

quienes no hemos sido honestos, abiertos, vulnerables y sensibles; y cuyas vidas hemos considerado equivocadamente innecesarias para nosotros.

Pidamos que nos perdonen en el nombre de Jesús y unamosnos en busca del bienestar común.

Pidamos perdón por exhibir delante de nosotros mismos vidas horribles y faltas de inspiración, carentes de la integridad, la compasión y el poder de Dios.

Pidamos perdón por ser ejemplos tan pobres del amor de Cristo, y por nuestra falta de unidad de modo que hemos traído verguenza a su evangelio.

Pidamos perdón por nuestro fracaso, por no demostrar con nuestras vidas la veracidad de Dios y de su palabra.

Pidamos perdón por no hacer uso de nuestra posición como siervos de Dios en los asuntos de nuestra nación, de la ley, en los asuntos del gobierno, de la economía, de los negocios, de la educación, de los medios de comunicación, de las artes, de la medicina y de la ciencia, hemos fallado al no actuar como la sal y la luz del Dios al mundo; de modo que estas esferas de la vida pudiesen a estas alturas ofrecer a nuestro pueblo más ayuda, justicia total, esperanza, paz y gozo en el nombre de Jesús.

Hemos fallado miserablemente como iglesia, como pueblo, como nación, como gobierno, y nececitamos pedir perdón en el nombre del Señor que nos creó a todos para su gloria.

Es por lo tanto importante y necesario que nuestro Dios perdone nuestra desobediencia deliberada, nuestra dureza de corazón é indulgencia egoísta.

Señor de los cielos pedimos que usted escuche nuestras oraciones, que perdone nuestros pecados, y pedimos que sane nuestra tierra, Dios de los cielos.

Cierro con las palabras del Profeta Daniel 9:19...

"Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo."

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