Radio Cadena Mi Gente 700AM

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24 DE JUNIO DEL 2008

Por William Osmar Chamagua

y Kenny Bolaños

Según Ludwig Ott en su Manual de Teología Dogmática,

El infierno es un lugar y estado de eterna desdicha en que se hallan las almas de los réprobos. La existencia del infierno fue impugnada por diversas sectas, que suponían la total aniquilación de los impíos después de su muerte o del juicio universal“.

Jesucristo, nuestro Señor tambien habló ampliamente en relación al infierno. En Mateo 5:22 nos dice:

“Mas yo os digo, que cualquiera que se enojare locamente con su hermano, será culpable del juicio; y cualquiera que dijere á su hermano, necio, será culpable del concejo; y cualquiera que dijere, Fatuo, será culpable del infierno de fuego”.

Mateo 5:29...

“Por tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti: que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”.

Mateo 10:28

“Y no temáis á los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar: temed antes á aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.

Santiago 3:6

“Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Así la lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, é inflama la rueda de la creación, y es inflamada del infierno“.

El infierno es por lo tanto un lugar real, un lugar de tormento y de angustia. Von Balthasar y Addrienne Von Speyr describieron el infierno como el estado del hombre que experimenta una terrible e infinita soledad y falta de felicidad por haberse separado de Dios.

Según Wilkipedia, “El infierno es tambien, de acuerdo con muchas religiones, un lugar o estado de sufrimiento después de la muerte donde las almas de los pecadores son castigadas. La palabra infierno proviene del latín infernum, que significa "inferior".

El infierno es usualmente imaginado como un lugar subterráneo. Dentro del Cristianismo y el Islam, es concebido tradicionalmente como un lugar de dolor y sufrimiento, representados por el fuego.

El infierno es usualmente imaginado como poblado por demonios, quienes atormentan a los condenados. Los seres humanos, a partir de la Biblia , sabemos que infierno significa tormento insoportable eterno.

Pero muchas veces esta palabra toma formas no necesariamente de fuego; para muchos la vida misma se vuelve un infierno; y es por tal razón que nos encontramos con verdaderos infiernos en la tierra, y en este nuestro amado El Salvador.

No vallamos muy lejos, en El Salvador nos encontramos con infiernos por todos lados; miles de nuestros hermanos purgan penas merecidas o inmerecidas, en infiernos llamados centros penales y bartolinas, otros miles continúan viviendo en casas de cartón, sufriendo la indignante opresión de la miseria. Otros cientos de miles viven en el infierno del desempleo, y otros tantos son expulsados al infierno del destierro en países extranjeros.

Pero hablando un poquito de la ley penal, esta establece que “ante la comisión de un delito X se sancionará con tantos años de prisión…” en ningún momento dispone tormento, tortura, asfixia sicótica, agresión permanente en todos los sentidos contra el imputado.

Pero bastan unos momentos de visita a cualquier cárcel del país para encontrarnos inmediatamente con la figura del infierno: Tan pronto se ingresa, uno se da cuenta que encierran mucha oscuridad, portones asquerosos, registros é interrogatorios ultrajantes contra mujeres y hombres.

Las imágenes que saltan son simplemente escalofriantes, en un cuarto en el que deberían caber unos ocho hombres, han sido amontonados hasta 40 de ellos; sin las condiciones humanas mínimas como baños, ventilación, camarotes, nada. La ácida pestilencia del encierro es terrible; el calor es insufrible, una tortura que no cesa ni de día ni de noche, un verdadero infierno en El Salvador.

Revueltos están en esa sopa infernal los criminales profesionales y los muchachos que “cayeron al bote por primera vez o por delitos menores”. Las riñas, muchas de las cuales terminan en destazos, ya no son como para inmutarse; las violaciones y torturas de reos contra reos se suceden todos los días dentro de esas mazmorras, sin autoridad en el mundo capaz de ponerles fin o hacer justicia.

Dios nuestro… la historia es interminable, espantosa, como los son esas pesadillas que nos despiertan a media noche sudando agitados y asustados. A lo mejor parecerá una exageración o una susceptibilidad emocional extremista, pero si usted no me cree, solo tiene que despertar e ir a cualquier cárcel, por supuesto no a esas donde llevan a algún pececillo gordo de los muy pocos que caen en nuestro país.

Pero nada de todo esto sucede por simple inercia o por una misteriosa ola delincuencial; las multitudes encerradas con lujo de barbarie han sido llevadas allí con una deliberada confabulación de quienes mueven los hilos de nuestro gobierno a su antojo.

La historia salvadoreña es más que elocuente y consecuente con lo que decimos: la historia de injusticia social y económica tan atenazada a nuestras vidas por quienes se creen demasiado fuertes.

Ellos pagan muchísima plata a quienes diseñan lo que llaman “Políticas criminales” –que nadie duda son políticas criminales-, sistemas penales y carcelarios, de modo que séan eficientes en su misión de aplastar a los miserables y que estos no se den ni cuenta de ello.

Prueba de ello es el hecho de que mucha gente pobre, aun siendo víctima de toda esta ola represiva y de miseria, aplauden los espectáculos de capturas al estilo swat, con demostraciones militares bárbaras, la gente que ve los noticieros de TCS los aplaude; igual han aplaudido los planes de leyes “súper mano dura” que en la práctica no dejaron de ser otro desacierto más de nuestras llamadas authorities gubernamentales.

Con esto, nuestras cárceles están repletas de pobres, y en ellas brilla por su ausencia la luz de una verdadera justicia. Con certeza sabemos que nuestros gobernantes no soportarían un minuto encerrado en ese infierno construído por ellos mismos, junto a sus patrones y sus compadres. Se morirían de asco y de miedo.

Pero, para no exagerar, imaginémonos por un minuto a nuestros gobernantes viviendo en el infierno de angustia en el que vive nuestro pueblo cada día: ¿Soportaría el señor de los grandes banquetes comer un día con lo que come usted mi hermano durante toda una semana? !CLARO QUE NO!

Les aseguro que sufrirían un ataque de estómago y caerían metros. ¿Ustedes creen que nuestros gobernantes con “sentido humano” viajarían en los buses en que usted viaja todos los días como sardina, sufriendo toda clase de atropellos? ¡NO! Les aseguro que no lo soportarían.

Podríamos mencionar tantos otros ejemplos como el esclavismo infamante y nocivo contra miles y miles de trabajadoras en las maquilas extranjeras con el aval del señor gobierno; el terrible medio ambiente de calor extremo, de inundaciones, de humo letal. Y así todo el infierno en el cual vivimos, y en el cual nos han hecho vivir durante tantos años.

Me imagino que ni en pesadillas nuestros ahora gobernantes han vivido jamás lo que los de abajo sufrimos todo el tiempo, un infierno total:

delincuencia criminal, graves enfermedades, hambre calcinante, sed, represión policial, etc., ect., ect..

Entonces ¿Por qué nos lo hacen a nosotros el pueblo? ¿Hasta cuando el pueblo soportará este infierno que para quienes nos gobiernan no es más que la gloria de los opulentos?

Cualquier ciudadano del primer mundo se estremecería al ver lo que hacen con nosotros, y más aún al ver nuestra pasividad frente a quienes nos obligan a vivir en un infierno. Y lo que es aún peor, muy a menudo utilizan el nombre de Dios para burlarse de nosotros el pueblo en sus propios medios de comunicación.

El mismo Dante Alighieri, un muy famoso clásico italiano, autor de La Divina Comedia , se quedaría corto al respirar la muerte que se vive en nuestras calles y centros penales. Pero como bien lo dice la palabra de Dios, en el libro de Eclesiastés, “el fin de todo el discurso oído es este… teme a Dios porque esto es el todo del hombre”.

Temer a Dios implica obedecer sus mandamientos, pero para obedecerlos es necesario conocerlos, y para conocerlos nececitamos escudriñarlos en su palabra para que luego los llevemos a la práctica.

De esta manera es como al final lograremos construír la patria que deseamos y que nos merecemos. Una nación fundada sobre la justicia divina, sobre el amor a los demás, y sobre el respeto al derecho ajeno que generará la paz entre todos nosotros. Dios te bendiga El Salvador.


William Osmar Chamagua
Director General, Radio Cadena Mi Gente, AM 700
www.radiocadenamigente.net
Teléfonos en El Salvador
Cabina: 2298-9500
Oficinas: 2245-4150/2245-4148

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